Sobre ‘La Quinta del Sordo’, exposición de Guillermo Núñez de 2003 y la visita que hicieran los familiares de los detenidos desaparecidos y ejecutados de Paine.

Julio 2003

Isidro, el criado de Goya, al contemplar las estampas de «Los desastres de la Guerra» que su amo le enseñaba, le preguntó horrorizado: «Señor, ¿para qué pinta usted esas barbaries de los hombres?» y don Francisco de Goya y Lucientes le contestó: «Las pinto para tener el gusto de decir eternamente a los hombres que no sean bárbaros».

El círculo de personas sentadas alrededor del vacío está en silencio. Guillermo Núñez cuenta sobre sus obras, su arte, las series referidas a los horrores de la humanidad, las vendas sobre los ojos, esa reconstrucción de las estaciones del calvario de Cristo.

El círculo está compuesto por los familiares (las esposas, madres, hermanas, hijos e hijas, nietos y nietas) de las personas detenidas desaparecidas y ejecutadas de Paine, 70 hombres de edades entre los 17 y los 52 años. Una ausencia de más de 30 años. Estas mujeres y hombres, niños y niñas, llevan la escarapela con la foto de sus ausencias. Le han pedido al artista que los acompañe a ver su exposición La Quinta del Sordo en la sala de Matucana 100, a lo cual ha accedido, en la paradoja que junta la alegría de quién muestra su trabajo con la manifestación en personas concretas de la ausencia. Les dice que es también un sobreviviente, bien pudo ser también una de estas ausencias. Una más de todas las que Chile acumuló en esos años aciagos. Desaparecidos, asesinados, torturados, presos, exiliados, asustados, callados, impedidos de ser humanos en plenitud. Sumados al mapa del terror que la humanidad construyó durante el siglo XX y que continúa enhebrando en estos primeros años del siglo del futuro.

Recorren los pasillos, el túnel, los muros, donde están los papeles, cartones, fierros, vidrios y alambres que hacen la exposición. “Cómo pudieron hacerles esto?”, me pregunta una de las mujeres de escarapela, mientras una lágrima corre por la mejilla curtida  por el campo chileno. “Cómo?”, se dice a sí misma esta vez, mirando la proyección de la foto de un campo de concentración a través de las rendijas que Núñez ha preparado. La imagen cambia a un niño con las manos en alto: “dónde está mi padre … cómo le han hecho esto?”, vuelve a interrogarse.

Le han solicitado esta visita y esta conversación pues están comenzando un proceso que tendrá una expresión artística. A través de la Comisión Nemesio Antúnez, el Ministerio de Obras Públicas y el Programa de Derechos Humanos del Ministerio del Interior, se construirá el memorial para estas ausencias, denominado Un Lugar para la Memoria. La Comisión y la Dirección de Arquitectura llamaron a artistas y arquitectos a formar equipos para presentar propuestas a un concurso de anteproyectos. Este fue ganado por los arquitectos Jorge Iglesis y Leopoldo Prat, asociados con la escultora Alejandra Ruddoff.

En la propuesta se contemplan 70 mosaicos en homenaje a estas ausencias, que serán diseñados y ejecutados por sus familiares, en un trabajo conjunto con la artista y el equipo de arquitectos de la oficina de Prat e Iglesis y de la Dirección de Arquitectura del MOP. Entonces querían saber de arte, de los artistas, de los arquitectos, del espacio y del color, de los materiales. De cómo ese dolor puede ser objeto de una obra artística, un motivo para la producción estética y la belleza.

Al presentar el anteproyecto ganador a las viudas y huérfanos, en el local del Cuerpo de Bomberos de Paine, una señora decía: “esto está mucho más allá de mis expectativas”. Es decir que era inesperado. ¡Qué gran observación! Pues se esperaba lo conocido, una suerte de plaza, esta vez temática, alrededor de los derechos humanos, del caso tremendo de los 70 que no han vuelto, un monumento en el centro de la plaza, rodeado de pasto con una rejita municipal, tal vez una pileta; pero eso: una plaza.

El paso dado con el concurso y la convocatoria a equipos de artistas y arquitectos es que el resultado fue un lugar para la memoria, memorial en el mejor sentido de la palabra, evocador, abstracto, lugar que presenta la dignidad de los inmolados y la tragedia del país, no una representación sino una presencia en el espacio, con color, con materia, con temporalidad. Recuerdo el Museo Judío de Libeskind. Esas expectativas sobrepasadas han situado a estas personas y a sus deudos en una posición universal, trascendiendo el propio despojo y la humillación de tantos años. En definitiva será una obra destinada a enfrentarnos a nuestra propia historia, que es la de la mujer y el hombre del presente, para que nunca más.

Guillermo Núñez relata parte de su detención, de los lugares donde estuvo. De su exposición de pinceles encerrados en jaulas, de su tiempo de encierro. De su expulsión al exilio por ser «un peligro para la sociedad». De las relaciones entre esa experiencia y estas obras. Se detiene pues ya no puede seguir, ahogado por el silencio y la mirada de esta gente. Guardando el pañuelo que secó los ojos, está listo para que le pregunten.

Una tercera señora cuenta la historia, la suya que es como la de todos: “… mi marido confiaba en la autoridad, que no me preocupara, que ya volvía. Pasó el tiempo, pasaron los años, hasta que un ex conscripto dijo lo que nadie decía. Que a algunos los llevaron a un pie de cerro, que los hicieron cavar la fosa, que los fusilaron … Pero ya no están ahí, los removieron, nosotros fuimos, abrimos la reja del terreno, recorrimos … no había nada. Necesitábamos saber, por supuesto. Hay otros que fueron encontrados en el patio 29, que han sido identificados, una señora tiene unos huesitos que le entregaron, un fragmento de calavera, que se identificaron por unas ropas, el chaleco, la camisa … ella cree que sí es su marido, está tranquila. Yo no puedo estarlo, hasta saber donde puedo llevarle una flor, donde vayan mis hijos para el día del padre con los nietos y estemos ahí, al fin en paz …”

Sacamos las sillas a la explanada para aprovechar un tímido sol de invierno, respirar el aire enrarecido de Santiago, recuperar el habla. Guillermo las abraza una a una y les regala sus afiches. Caminamos todos a mirar el mural que hizo Santiago Amable en el muro exterior, tocamos las cerámicas, las conchitas, los espejos; una procesión que reconoce árboles, pájaros, cerros y peces en los pedazos rotos y dispuestos sobre la superficie, como una metáfora de la reconstitución del tacto, de la visión, de los sentidos.

Los caminos de la sanación son inextricables. Nos hemos enfrentado al lenguaje afilado y duro del arte, un sondaje en el alma de nuestro país, objetos, colores y formas que pueden estar en los muros de las calles, en la tradición de comunicación directa y punzante que ha generado la obra de Guillermo Núñez; que se encontró con los relatos descarnados, dichos desde el habla que expresa la propia experiencia, una cotidianeidad de búsqueda, de pregunta que halla aquí en La Quinta del Sordo un espejo, un eco, no sé si respuesta pero sí un vaso comunicante. El arte, dice Núñez, no es para entenderlo sino para vivirlo. ¿Para qué podría servir sino para la vida? La pequeña intemperie al frente del galpón de Matucana 100 aquilata en los cuerpos de este círculo la conciencia de estar vivos, de haber atravesado por una experiencia real. Los familiares de los 70 desaparecidos y ejecutados de Paine han encontrado esta comunicación; los otros, humanidad.

Ya nos vamos y se me acerca otra de las señoras y mientras caminamos hacia la salida me toma el brazo: “... me da tanta pena don Guillermo, lo vio usted como lloraba con nosotras …

 (no publicado previamente)

La Quinta del Sordo, o la Quinta de Goya, era el nombre de una extensa finca y casa de campo situada en una colina del antiguo término municipal de Carabanchel a las afueras de Madrid, en la que vivió Francisco de Goya durante sus últimos años en España, antes de su exilio, y en la que se hallaban las Pinturas Negras. En contra de la creencia popular, el nombre de la finca no se debía a la sordera del pintor, sino a la de un anterior propietario.

Las Pinturas negras (realizadas entre 1819 y 1823) es el nombre de una serie de catorce obras murales de Goya, pintadas con la técnica de óleo al secco (sobre paredes recubiertas de yeso). Las creó como decoración de los muros de esa casa, que había adquirido en febrero de 1819. Estos murales fueron trasladados a lienzo a partir de 1874 y actualmente se conservan en el Museo del Prado.

(información de wikipedia)

2 comentarios el “Sobre ‘La Quinta del Sordo’, exposición de Guillermo Núñez de 2003 y la visita que hicieran los familiares de los detenidos desaparecidos y ejecutados de Paine.

  1. Cuando llego la noticia de la exposicion de Guillermo Nunez en 1976, pensamos que pronto llegaria al campo de detenidos politicos donde estabamos. Asi fue.

    Una dictadura intenta controlar absolutamente todo. Esa es su debilidad, pues para lograr este objetivo tiene que atacar a todos los que no apoyan totalmente al jefe. No solo eso, ademas tienen que estar dispuestos a mantenerse como subordinados y no reemplazarlo en el mando. Si el jefe cree que alguno puede tener ambiciones propias, se protege. «La mejor defensa es el ataque» parece ser su lema. Por algo hubo tantisimos generales llamados a retiro temprano y algunos «accidentes».

    Como evitar que se repita la historia? No se repetira en todos los detalles, pero ha habido tantos golpes de estado en tantos paises … Incluso en paises de larga tradicion democratica, donde hay gobiernos elegidos por votacion universal, hay tal desigualdad, tanta violencia (en especial contra las mujeres, incluso en su propio hogar), tanta miseria! Como llegar a una sociedad realmente democratica, donde nadie tenga demasiado poder y toda la gente pueda llevar una vida digna? No lo se, pero tenemos que unirnos para actuar de forma que la sociedad cambie de verdad. No basta elegir gobernantes o alcaldes cada cierto tiempo. Hay que democratizar todo, desde la fabrica y los lugares de estudio a las municipalidades y el gobierno. No lo voy a hacer yo ni tu pero tenemos que buscar la forma de trabajar en este sentido con la mayoria de la poblacion. No es algo para las generaciones futuras.

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